Luego de ocho años, la Selección Argentina volvió a disputar una nueva semifinal del Mundo con un objetivo claro: llegar a la tan ansiada final que se desarrollará el próximo domingo a las 12. Pero primero, el conjunto dirigido por Lionel Scaloni ingresó al estadio Lusail, el mayor escenario del Mundial con 88.966 localidades, para enfrentarse a la actual subcampeona del mundo: Croacia.

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Para ello, Scaloni decidió a último momento incluir a Leandro Paredes en lugar de Lisandro Martínez en el once titular en su afán de contrarrestar la principal arma del conjunto croata: su mediocampo integrado por Luka Modric, Marcelo Brozovic y Mateo Kovacic. Por esta razón, salieron a la cancha: Dibu Martínez; Nahuel Molina, Cuti Romero, Nicolás Otamendi, Nicolás Tagliafico; Rodrigo De Paul, Enzo Fernández, Paredes, Alexis Mac Allister; Julián Álvarez Lionel Messi.

Y de esta manera, Paredes le ganó la pulseada a Ángel Di María, las dos dudas que tenía el entrenador de cara al duelo de esta tarde. El encuentro arrancó con la Scaloneta intentando presionar la salida de Croacia, mientras que el conjunto europeo buscaba avanzar despacio, con clama y, como no podía ser de otra manera, a base de triangulaciones entre sus piezas claves: Modric, Brozovic y Kovacic. 

Los relevos de Rodrigo de Paul le permitían a Nahuel Molina jugar casi de manera similar al encuentro ante Países Bajos, atacando al espacio y ganándole las espaldas a los centrales croatas. La idea era clara: lanzar a los laterales a los espacios para generarle algunos dolores de cabeza a los rivales. Y por momentos, sobre todo los primeros minutos del primer tiempo, el seleccionado argentino logró incomodar a Croacia con el avance incesante de sus laterales. 

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Durante los primeros diez minutos, el equipo de Scaloni dominó el encuentro. Con arranque y actitud, intentó acomodarse con un Enzo Fernández mucho más suelto que Paredes, tocando y distribuyendo la pelota. Sin embargo, el equipo argentino no pudo ser profundo y apenas generó peligro en el arco defendido por el muy buen arquero, y figura en la eliminación de Brasil, Dominik Livakovic.

A partir del minuto 11, los dirigidos por Zlatko Dalic comenzaron a controlar el trámite del partido ante el visible nerviosismo argentino. Incluso, durante tres o cuatro minutos Croacia tocó ininterrumpidamente el balón pero, al igual que la albiceleste, le costaba ser profunda. A los 18, Lionel Messi, quien no había podido entrar en juego, asustó a más de uno al sujetarse el isquiotibial izquierdo con muecas de dolor. Afortunadamente, fue solo eso. Un susto. 

Tuvimos que esperar hasta los 24 minutos de la primera mitad para el primer remate al arco del partido: Enzo disparó de media distancia y encontró una buena respuesta de Livakovic. La respuesta de Croacia no se hizo esperar. Modric encaró por el costado derecho, le tiró un caño a Tagliafico, pasó la pelota a  Dominik, éste a Ivan Perišić y su remate se fue por arriba del travesaño. Pero la primera alegría argenta llegó a los 33 minutos.

Enzo Fernández habilitó de manera magistral a Julián Álvarez, quien se la pinchó a Livakovic y cuando se disponía a evadirlo, fue derribado por el arquero croata. ¡Penal! marcó el italiano Daniel Orsato y, como no podía ser de otra manera, el capitán argentino le rompió el marco y lo cambió por gol. tan solo cinco minutos después, Julián Álvarez encabezó una contra letal: encaró a los centrales y, con algo de fortuna, quedó mano a mano con el arquero.

La Araña no falló y amplió la ventaja para la albiceleste que no quitó el pie del acelerador, ya que a los 42 minutos un gran anticipo de Alexis Mac Allister obligó al Livakovic a mandar la pelota al córner. Los goles argentinos, a puro coraje, desconcertaron a Croacia, la cual casi logra el descuento tres minutos después de no ser por la buena reacción de Emiliano Dibu Martínez. 

El primer tiempo finalizó con una Argentina entusiasmada, confianza y con la moral por los cielos. Mientras que a su rival se le quemaron todos los papeles luego del penal convertido por Messi, quien se fue al vestuario con mucho dolor en su pierna izquierda. “¡Sintió un pinchazo!”, señalaron desde el banco argentino y la preocupación era máxima, ya que la albiceleste no solo perdería a su capitán, sino a su mayor figura. 

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Pero, lejos de todo pronóstico, La Pulga siguió durante el segundo tiempo. El complemento arrancó sin cambios de parte de la Argentina -en Croacia salieron Sosa y Pasalic en lugar de Vlasic y Orsic- y con un tiro libre a favor de Croacia, el cual fue contenido por el Dibu. Sin embargo, a los 48 minutos Enzo volvió a probar de lejos y, a pesar de que el balón se desvió, la pelota cayó en las manos de Livakovic.

Con el ingreso de Bruno Petković, en lugar de Brozovic, el ataque de Croacia se volvió más directo, utilizando al atacante de Dinamo Zagreb de pivote. Por su parte, la Argentina se replegó, lógicamente, para aprovechar alguna contra que le permitiese estirar la ventaja. Sin ir más lejos, a los 55 minutos Julián Álvarez volvió a encabezar el ataque argentino, centró por el medio para Enzo, quien perdió el duelo contra los centrales croatas.

Dos minutos después, Lio encaró, tiró una pared con el ex volante de River y remató fuerte a las manos del arquero croata. Al notar que Croacia abusaba de los centros y los pelotazos hacia sus delanteros, Scaloni optó a los 61 minutos sacar a Paredes y poner en su lugar a Lisandro Martínez. A los 69 finalmente la Selección Argentina liquidó el partido: Messi sacó a pasear Joško Gvardiol, ingresó al área y se la dio a un muy solo Julián Álvarez que no perdonó.

A partir de ahí, todo fue de la Argentina. Juego, coraje y corazón. El equipo de Scaloni, el campeón de América, pudo haber marcado el cuarto antes que Croacia el descuento, pero encontró bien parado a Livakovic o, directamente, le erró al arco. En definitiva, la Selección Argentina volvió a alcanzar una nueva final del mundo (la última la jugó ante Alemania en Brasil 2014) y buscará la gloria eterna el próximo domingo, en este mismo estadio, al mediodía.