Mezcla de festejo, bronca y rebeldía, el gesto del famoso “Topo Gigio” de Juan Román Riquelme -del que mañana se cumplirán 20 años- tras su gol contra River, tenía como destinatario al presidente de Boca juniors, Mauricio Macri, quien estaba en su palco junto a Isabel Menditeguy, su esposa en ese momento.

Era el segundo gol “xeneize” en la victoria por 3 a 0 y el gesto del “10” iniciaba un viaje desde el barrio porteño de La Boca hacia el mundo: hoy es habitual ver en el festejo de un gol a jugadores de diversos equipos ponerse las manos detrás de sus orejas y dedicárselo cada cual a sabrá a quién o quiénes.

El ahora vicepresidente segundo de Boca concretaba -de cabeza- un rebote en el arquero Franco Constanzo, quien le había rechazado su remate de penal y ponía al Boca de Carlos Bianchi en ventaja de dos goles, superclásico que finalizaría por 3 a 0 ante los dirigidos por Rubén Américo Gallego.

Más allá de la estadística, aquella fría tarde-noche del 8 de abril de 2001 quedaría para siempre grabada en la memoria colectiva por aquel festejo irreverente de Román y que marcaría a fuego la difícil relación jugador-dirigente que siempre tuvo con Macri.

La marca de aquel superclásico iba a comenzar a gestarse apenas pasado el minuto 70 de juego: penal para Boca -que ya ganaba 1-0 con un gran gol de Hugo Ibarra- y sin dudarlo, Riquelme toma la pelota para ejecutar, se concentra, decide rematar fuerte y cruzado. Franco Costanzo tapa el remate pero no puede contener, cabezazo de Román en el rebote y gol. El partido se ponía 2-0.

El “10”, fiel a su estilo, pensó y planificó cada paso de ese festejo: corrió hasta la mitad de la cancha en donde detuvo furiosamente su marcha, puso sus dos manos detrás de sus orejas y se mantuvo inmóvil en esa posición, mientras escuchaba el alarido de la multitud que festejaba su gol.

Su mirada desafiante apuntaba a un sector estratégico: el palco oficial, donde a excepción de Macri, presidente del club en ese momento, estaba gran parte de la comisión directiva.

“El festejo fue para mi hija porque le encanta el Topo Gigio”, fue la irónica respuesta ante la pregunta obligada, tras la goleada al eterno rival, sobre tamaño festejo. Lo cierto es que la relación entre la dirigencia y el jugador ya estaba absolutamente rota.

El malestar del “Torero” hacia la comisión directiva del club de la Ribera comenzó tras un pedido del futbolista, quien quería un reconocimiento de dinero importante por los logros obtenidos, ya que Boca venía de ganar tres torneos locales, dos Libertadores y una Intercontinental nada menos que ante el Real Madrid, con una actuación deslumbrante del “10”.

El entorno de Román aseguraba que ganaba de prima lo mismo que un valor juvenil del plantel y de ahí el reclamo de una mejora en los ingresos de quien era la gran figura de un equipo que ganaba todo lo que que se le ponía enfrente.

Macri argumentó que el contrato firmado y vigente había sido acordado por ambas partes y no ameritaba modificaciones.

El 30 de marzo, diez días antes del “Topo Gigio”, Macri arrojó la primera piedra: anunció que Riquelme estaba vendido a Barcelona en 26 millones de dólares, número récord para el fútbol argentino.

“Esta venta solucionará muchos problemas porque equilibrará las cuentas”, anunciaba quien 14 años después se convertiría en Presidente de la Nación.

“Esto es medio loco. Ahora dicen que ya me vendieron y yo no sé nada. Como no me quisieron arreglar el contrato, ahora dicen que me venden”, respondía el jugador.

Al final, la venta del futbolista al Barcelona, más la decisión de Macri de anunciar un techo en los sueldos inamovible para todo el plantel, aceleraron la salida del máximo ídolo de Boca.

Por esas cosas del destino, en una fecha más cercana, el 8 de diciembre del 2019, el ídolo “xeneize” apoyó la fórmula Jorge Ameal-Mario Pergolini y con su presencia en esa lista arrastró una avalancha de votos y terminó con 25 años de macrismo en Boca Juniors, al derrotar a Cristian Gribaudo, el candidato de Daniel Angelici, presidente desde 2011 hasta ese día.

Con un “Topo Gigio” imaginario, Román se tomó revancha de un pleito que había nacido una destemplada tarde-noche del otoño de 2001.

Sin embargo, este miércoles fue citado para mañana a una indagatoria en la que deberá declarar ante la justicia por la presencia de su hijo Agustín en un palco de La Bombonera, en el superclásico ante River el 14 de marzo pasado.

El pedido lo realizó Celsa Ramírez, fiscal en lo penal, contravencional y de faltas porteña, por haber concurrido el dirigente boquense al último superclásico (1-1) junto con su hijo Agustín, quien había llegado del exterior 48 horas antes y no cumplió los 7 días de aislamiento obligatorio.

La indagatoria se hará de manera virtual y se da después de la polémica por la presencia del hijo del exfutbolista en uno de los palcos de La Bombonera al día siguiente de haber regresado del viaje de egresados a Cancún, en un vuelo con 44 estudiantes contagiados de coronavirus.

En el mismo viaje lo hicieron, entre otros, Nicanor Santilli, hijo del vicejefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y de la periodista Nancy Pazos

Según fuentes judiciales, Riquelme será indagado por los artículos 202 y 205 del Código Penal argentino y podría ser penado con una multa de hasta 100 mil pesos o un arresto de hasta 60 días, según indica la ley.

Por otro lado, podría ser sancionado con prohibición de concurrir a estadios de fútbol por un lapso de entre dos a seis meses.

El hijo del ídolo “Xeneize” ya había tenido Covid-19 durante el año pasado y la justicia federal le inició una causa por incumplir el artículo 205.